Se acaba de celebrar en Las Vegas el DefCon 15, o lo que es lo mismo, uno de los encuentros «hacker» más importantes del mundo. Más de 6.000 participantes, la mayor parte «piratas informáticos» y profesionales de la seguridad. Pero entre la concurrencia, adivinen: un nutrido grupo de agentes de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA), del Departamento de Defensa USA y del mismísimo FBI.
¿Y qué hacía allí -se preguntará más de uno- lo más granado de los servicios de inteligencia del país más poderoso del mundo? Pues no. No era una redada. Además, un «hacker» no tiene por qué ser un delincuente. Los agentes federales acudieron, sencillamente, a pedir ayuda a los que de verdad entienden, a los que de verdad saben cómo hay que protegerse de un tipo de ataque que es cada vez más frecuente y dañino.
A propósito de lo mismo, recuerdo cómo hace unos años la NASA, harta de incursiones piratas, renovó sus sistemas de seguridad y lanzó un desafío a los «hackers» del mundo: «A ver quién entra ahora». Meses después, «sólo» habían tenido 17.000 «intrusiones no autorizadas» a sus sistemas. Y lo vendieron como un éxito. El año anterior, antes del cambio, habían sido más de 40.000.
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